Delincuencia económica

Delincuencia económica

Delincuencia económica

Delincuencia Económica y Estructura Social

La llamada delincuencia económica es una expresión que alude a la denominada «delincuencia de cuello blanco», cuyo origen como nuevo campo de investigación social surge a partir de la obra de Edwin Sutherland de 1940, y cuyo significado se circunscribe «…a las infracciones lesivas de orden económico cometidas por personas de alto nivel socioeconómico en el desarrollo de su actividad profesional».

La importancia de la teorizacion de Sutherland radica en introducir un nuevo ámbito de investigación criminológico, abandonando las premisas del fenómeno criminal tradicional basadas en el carácter determinante de ciertas características físicas o psicológicas de aquellas personas de recursos económicos mas bajos o marginales (paradigma etiológico ). Uno de los puntos mas relevantes de su teoría, es la afirmación de que el fenómeno criminal no es patrimonio de los pobres y marginales sino que el mismo se produce en todos los niveles de la sociedad, independientemente de las condiciones económicas del autor. Asimismo expreso que la conducta criminal es aprendida en la interacción cotidiana que se establece entre los miembros de un grupo, de manera que, una persona llega a ser delincuente cuando las definiciones favorables a la violación de la norma prevalecen sobre las desfavorables, desligándose así del determinismo de origen positivista (teoría de la asociación diferencial).

En este sentido, Juan Pegoraro afirma: «De esta manera se va consolidando una corriente criminológica que mantiene su atención centrada en la cara de la sociedad contrapuesta a la pobreza o a los individuos con deficiencias mentales o poco instruidos; su foco de atención es la criminalidad ligada a los negocios y por lo tanto a la organización del delito o por lo menos a su planeación y ejecución en el filo de la legalidad-ilegalidad».

Si abordamos ahora la problemática desde el punto de vista del estructural funcionalismo, cuyo nacimiento se adjudica a Emile Durkheim y Robert Merton, llegamos a la conclusión, específicamente con respecto al ultimo de los autores mencionados, de que la llamada delincuencia económica si bien es tratada por este al elaborar los diferentes tipos de adaptación a las normas sociales (innovación), su concepto de conducta desviada se centra básicamente en aquellas personas marginales y de escasos recursos económicos (una parte considerable de la población), y consiste en la disfunción que se produce en la persona cuando la sociedad establece como metas determinados fines, mientras que la estructura social restringe rigurosamente o cierra por completo el acceso a los medios aprobados para alcanzarlos. Es decir que, parece ser que sobre los estratos inferiores se ejercen las presiones mas fuertes hacia la desviación; la sociedad ejerce una presión tal sobre la persona imponiéndole determinados fines aceptados culturalmente, cuando en realidad la misma no es capaz de abrazarlos, dado que, ciertamente, constituye una ficción la circunstancia de que todos tenemos el mismo acceso a los medios. En este sentido Goppinger señala que: «…el comportamiento irregular es un síntoma de la discrepancia entre expectativas culturalmente preexistentes y los caminos determinados por la estructura social para satisfacer tales expectativas.»

Por otra parte, como ya lo expresáramos anteriormente, la conceptualizacion del innovador realizada por Merton es la que mas se acerca al fenómeno que analizáramos. En efecto, esta reacción se produce cuando el individuo asimilo la importancia cultural de la meta sin interiorizar las normas institucionales que gobiernan los modos y medios para alcanzarlas, utilizando medios proscriptos pero eficaces, pero vinculados a la riqueza y al poder. Al respecto, Merton expreso que: «En los niveles económicos superiores, la presión hacia la innovación borra no pocas veces la diferencia entre esfuerzos a manera de negocios del lado de que acá de las costumbres y practicas violentas mas allá de las costumbres…. La repugnante admiración expresada en privado y no rara vez en publico a esos sagaces, vivos y prósperos individuos, es producto de una estructura cultural en la que el fin sacrosanto justifica de hecho los medios». Esto ultimo, tiene vinculación con el hecho de que esta clase de ilícitos generalmente, o no fueron descubiertos, o no están tipificados, o si fueron descubiertos, la posición del hombre de negocios unido a la tendencia contraria al castigo rodean a los mismos de un velo de inmunidad.